top of page

NIEBLA EN AGOSTO de Kai Wessell





Wessell nos sitúa en 1942 donde la Alemania nazi estaba alimentada por el discurso utópico de la raza; allí se inserta el programa de eutanasia del tercer Reich,  que si bien el término alude a la buena muerte, de buena no tenía nada, más bien, estaba hecha de mentiras y engaños, tanto para los familiares de las víctimas como para estas ultimas, que generalmente eran enfermos, discapacitados o jóvenes rebeldes pertenecientes a otros cultos, o regiones ¿La justificación? eliminar todo imperfecto posible en la cultura aria, así los sanatorios, hospitales y albergues se convirtieron en cuna de muerte, asesinato y secretos de estado.


Por su parte, en este contexto, los médicos eran avalados, protegidos y hasta ovacionados por el alto mando, el cual evaluaba las tácticas más rápidas y efectivas para matar a los indeseados en nombre de la superioridad que les permitía viciar documentos, alterar listas y mentirle a los ciudadanos. De estas tácticas Niebla en Agosto – premiada a mejor director en el Bavarian Film Award y a mejor película 2016- implementa dos muy utilizadas: la sobredosis de drogas y la falta de comida; esta última es representada en la película de manera irónica entre un médico reconocido que se dirige a altos mandos militares y estatales, los cuales escuchan su propuesta de hacer morir de hambre a los enfermos mientras efectivamente toman una sopa que no les alimenta en lo absoluto, esta escena como en comedia trágica está cargada de poder negativo, de fuerza maligna que casi siempre acompaña a los que quieren el poder para hacer el mal.


El relato, basado en la novela de Robert Domos y en hechos reales de la época, cuenta la historia de Ernst Lossa, un joven que ha pasado incomodas circunstancias entre albergues y correccionales a causa de sus problemas para socializar y seguir la ley. Huérfano, lo único que tiene es a su padre que por pertenecer a la cultura jenisch tiene dificultades para establecerse en esa Alemania excluyente, clasificadora. Como todo niño rebelde y cuestionador Lossa tiene una gran capacidad para observar su entorno, así, comienza a notar lo que sucede en el lugar donde convive con enfermos, discapacitados y jóvenes abandonados que van muriendo poco a poco, lo que lo lleva a desafiar la autoridad del albergue y a aliarse con una monja voluntaria que defiende la vida, esta actitud contrapoder le ocasiona durísimas consecuencias.


El filme es interesante pues la legitimidad de estar basado en la historia de un niño lo carga de emotividad, también el carácter natural de algunos actores que en realidad tienen discapacidades, incluso siendo  pequeños con síndrome Down cargan de transparencia,  fuerza y autenticidad a la película, sin embargo esa misma fuerza cae cuando un espectador de mirada afilada logra notar que las escenas tan perfectamente armadas, con sus suciedades tan bien puestas y una dirección de arte tan notoriamente intencionada no termina por convencer; asimismo el recurso clásico de usar una especie de femme fatalle asesina que funciona por ser bella pero no porque le haga creer al espectador que en realidad está haciendo las acciones que hace, se vuelve una robot, no de los nazis, sino una autómata actoral, esta y uno que otro personaje accesorio que no trasciende a nada le restan un poco de fuerza a un tema tan potente como lo es el holocausto nazi.  Finalmente, Lossa, como líder lleno de amor inocente, trasmite a los demás la valentía para subvertir la autoridad del albergue, igualmente consigue- de una manera un poco extraña- cumplir su sueño de ir a América con todas las consecuencias que le acarrea lograrlo.


Aunque es cierto que las películas basadas en hechos reales utilizan letreros al final del filme para generar credibilidad y veracidad en el relato mostrado, en Niebla en Agosto se siente que esos letreros debieron verse primero en pantalla antes que en caracteres, debieron mostrar el dolor en las imágenes y no como notas contundentes que buscan causar cosas con palabras, el arte del cine está en hacer sentir con el gesto, no puede ponerse el espectador a leer lo que no le hicieron sentir ¡Eso sí! Es probable que se

salga del cine queriendo conocer más, cuestionando, no la raza aria, sino su propia raza humana hecha de ideologías peligrosas, que en contexto de guerra se convierte – siguiendo el Leviatán de Hobbes- en un lobo temerario y aterrador.

Comments


bottom of page