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Preguntas a los viajeros de la noche (Near dark, 1987)

Texto para el libro “Carretera al infierno. Un recorrido por el cine fantástico de carretera” publicado en el marco de Fantasmagoría. Festival de Cine Fantástico y de Terror de Medellín. Cuarta Edición (2022)


¿Qué pasa si una banda de vampiros atraviesan el south side de Estados Unidos en van?

Así se desarrolla la historia que nos presenta Kathryn Bigelow, destacada directora y guionista norteamericana, pionera en ganar un Óscar y con más de diez producciones en 30 años de trayectoria. Luego, te preguntas, ¿cómo iniciar una road movie de vampiros? Hay unos ingredientes básicos para Near Dark: desapariciones misteriosas, un padre que queda en vilo y un rostro lozano y hermoso que marcará el arco de transformación; pero, el enfoque de carretera, ¿qué implica realmente?….

Hay un camino, en este caso, incierto e inconcluso, nuestros protagonistas no cumplen a cabalidad la condición de tener una meta, un lugar fijo de llegada que es un rasgo común de las roads más ortodoxas; nuestros protagonistas en vez de dirigirse hacia, huyen de, unidos todos por una misma maldición que los consume. Por lo general, quienes se van, quienes renuncian a la seguridad del sedentarismo, son los diferentes, aquellos que no encajan, que el propio orden de las cosas los eyecta de la estructura, así, puede pensarse en esta banda de vampiros navegando por la carretera como la stultifera navis foucoultiana, arrebatados bajo la noche estrellada al ritmo de strings ochenteros.


¿Qué observamos junto a ellos a través de las ventanas cubiertas de aluminio y telas oscuras? Entre el movimiento ajetreado de las ruedas rasgando las vías de la zona sur cerca a Texas, Nuevo México y Oklahoma, saltamos de un paisaje a otro, el vaho de calor va subiendo por el cuerpo y la arena parece meterse a los ojos, el sol desgasta la lata de los autos y la noche se espera como la llegada de un dios salvador. Las tabernas nocturnas son el hervidero de licor, placer y hambre, donde se dan cita nuestros protagonistas, pero también las figuras de carretera como los camioneros o vaqueros solitarios del camino. El juego de luces rojas y verdes rememorando al giallo adorna los primeros planos de los rostros, casi advirtiendo de la cacería tóxica que se avecina en cada paraje, así, la sangre salpica, sin sugerencias o eufemismos, la sangre es un eje seductor y descarnado, pues por la eterna juventud se paga un precio.


¿Hay algo que vincula al vampiro con el erotismo rough? Evidentemente sí. El acto de besar el cuello en la imaginería vampírica se ha tornado casi un ritual, así como la hermosa mujer con su belleza intacta, piel blanca y labios rojos que se dispone dulcemente al ritual del sexo y al salvajismo de lo sado ligado a la idea de la sangre y el dolor a pequeñas dosis; no es en Near Dark donde vemos todo esto, pero sí vivimos un romance y una encrucijada familiar, de nuevo las tramas enfrentan la ética de los protagonistas en relación a las decisiones personales y sociales, pero lo más fascinante en esta película es que la figura clásica del vampiro que huye del amanecer se expande e incluso subvierte el arquetipo; es atrevida, juguetona, el vampiro aquí tiene un garbo de serial killer usando revolver para tentar la autoridad, la estetización gótica es trascendida por un aire juvenil, desparpajado y seductor, aún cuando van en banda, hay una soledad irrefutable que lo habita y lo condena.

No más preguntas, queda verla y disfrutarla.

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