(Texto para la introducción del libro Egon Schiele, sondeador de almas)
A cada época su arte y al arte su libertad.
Con este lema fundaron 19 artistas vienenses en 1897 – en medio del hastío artístico- el movimiento Seseción Vienesa, precursor del modernismo artístico, que buscaba renovar los estilos anteriores, cuestionarlos a través de otra mirada al mundo, fuera de los cánones propuestos por la academia, siendo uno de sus presidentes Gustav Klimt, artista del cual Egon Schiele, pintor expresionista austriaco, nacido el 12 de junio de 1890, sería discípulo y gran admirador.
En la cuna artística por excelencia, Viena, capital de Austria, se desarrolla la obra de este pintor y retratista, entre el modernismo (S. XIX, abogando por lo nuevo, conservando la elegancia, la sutileza orgánica, geométrica y la mezcla de técnicas, pigmentos) y el vanguardismo (S. XX que buscaba transgredir y alterar los parámetros de lo establecido en detrimento de la elegancia, romper las técnicas, resignificar lo bello, lo bueno); fue defensor acérrimo del desarrollo de una percepción propia, personal, más allá de la figura armónica, aunque teniendo una inevitable influencia de su maestro Gustav Klimt (en obras como: El abrazo (1917), Retrato de Gerti Schiele, Autoretrato con dedos extendidos o Niña de pie en una prenda a cuadros (1909), se hace evidente la herencia artística de su maestro); así como un gran gusto por la obra de Hodler, Van Gogh, Lautrec y Munch.
Atrevido para su época, sexualizando los cuerpos en decadencia, deformando las sinuosidades, haciéndose preguntas inaceptables para una sociedad que espera del artista la mesura, nunca el exterior fue para él un modelo a seguir, mas fuente de inspiración para alargar, forzar, fragmentar en gestos un retrato, una pose, volviendo los cuerpos compulsivamente oblongos, expresionistas, aprovechando las técnicas y siendo astuto con las libertades: los bocetos mayormente eróticos en el papel (gouache, acuarela), los escenarios simbólicos, en lienzo (óleo), mejor recibidos que sus obscenos retratos, en una Viena de posguerra y epidemias, las cuales finalmente, se llevan a Egon Schiele y su esposa en 1918.
Sobre esta selección
Hacer una inmersión en la obra de un artista, va mucho más allá de comprender el contexto de producción, la técnica y el soporte; el panorama estético termina por completarlo el estilo y el contenido como el estandarte principal del que se vale el propio artista para hacerse a una voz, esa que resiste a la temática: una serie de mujeres, un paisaje en remembranza, autoretratos, rostros, más allá hay un punctum subyacente que nos despunta, desnuda nuestra fragilidad como solo podría hacerlo el artista específico, su mano, su genio.
Esta selección plantea un recorrido por Schiele en su carrera artística, con obras tanto de colecciones privadas, como galerías y museos, dejando ver la huella expresionista, distorsoniada y fragmentaria en cada uno de sus trazos. Así pues, no pretende quedarse en el cuerpo femenino, o en las vicisitudes de la cárcel, o incluso, en unos de los temas más controvertidos e intrigantes en Schiele: el autoretrato; sino, permitirle al espectador fundirse con las aguas azuzando la luz, los árboles, habitar el horror vacui de los fondos desolados entre gestos de enfant terrible, enfrentarse a retorcidos ojos, trémulas manos, huesudo abrazo, donde la línea -presencia absoluta- conduce la mirada hacia el desnudo, la desesperación de un brazo, el silencio de un solo plano, sugerente, sin fondo.
Se parte del paisaje, entre lo abstracto y lo figurativo, una deformación del movimiento, el agua, los troncos, las casas, parecen palpitar en el límite de la caída, oblongas y danzantes; el paisaje en Schiele es la memoria, la tierra de la madre, ciudad creciente, ciudad-trabajo, modernidad, guerra, remolino. Le siguen los escenarios donde Schiele teatralizó sus miedos, su visión del amor, de la muerte, el dolor y la figura de la madre, una sensación oscura y densa rodea la mayoría de estas obras. En medio, sus autoretratos, luego de recorrer sus paisajes y múltiples arquetipos de la sombra, acudimos a la danza de los rostros, un juego de deformaciones, descubrimiento constante del cuerpo, del yo, priorizando la emoción, alejándose de lo real, plasmando el dolor en las costillas, en los retorcijones, las vértebras, y un gesto intrigante en las falanges. Posteriormente, una mirada a su episodio en la cárcel a causa de sus dibujos eróticos, enjuiciados y censurados hacia 1912, por presunto uso de modelos menores de edad, Egon, en el mismo título de su obra, defiende su postura más allá de la moral: Detener al artista es un crimen, es como asesinar una vida que germina (Den Künstler hemmen ist ein verbrechen, es heisst keimendes Leben Morden, 23 abril 1912).
Es importante entender el desnudo en Schiele más allá de lo pornográfico, se trata de una exploración del cuerpo en una sociedad jerarquizada, decadente, artísticamente limitada por el status quo, así como una búsqueda completamente personal, con su propio cuerpo. Es claro, que aún en principios de siglo, con una apertura sexual clara (también comienza la fotografía erótica clandestina), una obra de arte explícita genera total rechazo, asimismo incomoda para la mujer-dama la existencia de la mujer-modelo encarnando el deseo secreto de toda una sociedad. De esta manera, termina la selección con un panorama de la experiencia estética en la mujer de Egon Schiele, una búsqueda explícita por la pose, el atrevimiento, nunca es una contemplación callada, es una turbación interior y exterior, una pregunta por la transformación del cuerpo desde la obra de arte, ¿qué era el cuerpo para los siglos anteriores, cómo lo hacemos nuevo?
Se trata entonces de una poética visual, pictórica, un equilibro entre el vacío del lienzo y el color llamativo de unas medias, de un encaje, una sábana; el gesto abismal de un hombre entre los opacos tonos de acuarela y la mutilación radical de sus extremidades. Emanan de Schiele toda clase de rostros e instantes -emanan- no le son del todo propios, se le escapan como fuerza vital, lo vivo es lo único, como él dice, lo vivo es la mirada, sondear las almas con los ojos.
¡Comprad! No cuadros, no productos, no trabajo, ¿cuadros? – Emanando de mí –no simplemente míos. - Comprarme… Fragmentos. E.Schiele
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